23 de octubre de 2011

No me pierdas las llaves del cielo

O mejor aún. Tíralas al mar.

Vamos a jugar. Vamos a escupirnos, a insultarnos, a tirarnos los trastos a la cabeza. A gritar. A maldecir y blasfemar. Vamos a odiarnos.

Y luego… vamos a parar el tiempo. Bésame y hazme olvidar lo mucho que querría matarte en algunos momentos. Haz que olvidar todas los celos que se me cuelan debajo de la piel, todos esos reproches que te guardo en una cajita. Esos que te tiro a la cara cuando discutimos. Venga, va, hazlo por mí. Y déjame que te muerda, pero esta vez sin hacerte daño, venga, va.

Vamos a jugar, peligroso, que sabes que me gusta. Y vamos a tomar una ducha, para que parezca que llueve. Como si nos quisiéramos y todo. Y déjame atrapada entre tu pecho y una pared y que se me quite la tontería. Y que no haya nada más allá de tu boca. Y déjame que me complique la vida contigo cuando me aburra. Y que tenga que hablar de ti, y analizarte por las noches con mi Tristán.

Cánsame, quítame las ganas de jugar, de todo. Envenéname como lo hacías antes, cuélate en mis sueños. Haz que tus defectos me parezcan irresistibles. O que simplemente desaparezcan. Recítame cosas al oído, ya escritas o inventadas en el momento. Sácame partido, aprovéchate de mí. Desgástame, desgástate conmigo.


Pero, por favor, dame de una vez la vacuna de este resfriado de mierda, porque te juro que como vuelva a tener escalofríos al escuchar esa música que tanto me gusta, iré hasta tú casa y no respondo de lo que allí pueda pasar.

El día que no pueda más, voy a matarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario