29 de diciembre de 2010

Mi generación

Todo el mundo suele decir que nació en la mejor generación que podía existir nunca, pero realmente nadie da pruebas. Yo, particularmente, estoy convencida de ello.
Nací en esos años dorados, en los 90, cuando la moda era, como poco, peculiar. En aquellos tiempos, que parecen ya muy, muy lejanos, los ordenadores no estaban presentes en cada casa de España, ni mucho menos, y por supuesto, Tuenti, Facebook o Twitter no eran ni un pensamiento.
Es curioso, muchos no llegamos a los 20 años y aún así hemos vivido dos décadas, dos siglos y dos milenios distintos.
Crecimos en el seno de una literatura llena de seres fantásticos, de dragones, de magos y de semigigantes, que nos hicieron soñar con lechuzas el día de nuestro décimo primer cumpleaños; y por qué no decirlo, aún al recordar esas ilusiones seguimos sonriendo y tenemos en ellas un tema de conversación recurrente y siempre socorrido.
Crecimos en una ilusión que no era tangible y que comentábamos con nuestro compañeros de clase en esos recreos sagrados donde el partido contra la otra clase era lo más importante del día.
Crecimos al grito de una rubia en la tele: "Al mediodía, alegría". Conseguimos que no nos traumatizara y nos hicimos más fuertes.
Crecimos con los nacimientos de grupos musicales que han sido la Banda Sonora de nuestra vida y cuyas canciones se han convertido en himnos.
Algunos vimos la luz del sol por primera vez el año en que España albergó los JJ.OO, cuando Sevilla tuvo su Expo y el año en el que se conmemoraba el quinto centenario del descubrimiento de América. Nacer en un año así te hace sentir orgulloso.
Posiblemente fuéramos la última generación normal, la última que no sigue a los ídolos adolescentes tan de moda ahora, como Justin Bieber o los Jonas Brothers.
Sólo por este último detalle, ya merece la pena formar parte de mi generación.

Estamos destinados a hacer algo grande con esta vida

27 de diciembre de 2010

Cuando me olvido de ti, cuando pienso que eres sólo otra de mis estúpidas obsesiones infantiles, te da por aparecerte en mis sueños, y aunque no sepa que haces en tus mañanas, todas las noches estás conmigo.

Cuando mis demonios negros y mis peores pesadillas se me aparecen ante los ojos tangibles y peligrosas y el miedo se apodera de mi ritmo cardíaco y de mi alterada respiración, tu nombre, tu cara y tus manos vienen a mi recuerdo y en medio del pánico calman mi atormentado interior.

Reverte, en boca de uno de sus personajes, dijo: "A ver si un día te equivocas y me dices que me quieres".

Creo que ya tengo deseo navideño.

26 de diciembre de 2010

Navidad

La Navidad me encontró cruzando la Gran Vía valenciana.
Parada en una esquina, esperando su momento me asaltó, y yo desconcertada.
La esperaba a destiempo, se me vino encima demasiado pronto, y yo con el alma en bikini aún, vaya por Dios...

21 de diciembre de 2010

Più Parole

Escupes palabras en una particular verborrea de la que nada escapa ¿Te tienes en gran estima, verdad?
Te das aires de intelectual venido a más, con tu léxico crudo y tus aires de superioridad.

Siento ser yo quien te diga esto, pero cada día estoy más lejos de pasar por tu aro.

16 de diciembre de 2010

Silencios


Las palabras que no se dicen, acaban por quedar dentro del pecho, y eso tiene muy mala cura, se lo digo yo.

15 de diciembre de 2010

La feria de las vanidades

Opulentas y lujosas glorias vetustas de otro tiempo, con gesto adusto y la robustez que sólo dan los tiempos de bonanza.
En manadas.
Cascarones humanos recubiertos de pieles de animales muertos, como si de la Prehistoria se tratase esto.
Joyas, oro, piedras preciosas...
Voces chillonas, risas estridentemente forzadas y comentarios si ningún tipo de veracidad.
Ese aire de burgués venido a señorito.
Ciertamente huele a matrimonio ventajoso, con marido de copa, puro y periódico en el sofá con orejas, de un rico tapiz bordado.

Bienvenidos a la feria de las vanidades.

14 de diciembre de 2010

Reproches y remiendos

No vacíes en mí tu frustración.

No me des reproches por error.

No soy yo quien tiene la culpa.

Déjame apurar esta copa, por favor.

13 de diciembre de 2010

Digressions and Souls


Resuena en mis oídos

el eco de una pasión dormida.

Frases incoherentes, literatura,

al fin y al cabo, vida.

Voces que me arrullan al dormir,

quizá psicofonías.

Sombras, luces, flores prohibidas...

No asustan, no duelen,

consuelan mi alma herida,

Herida de hiel: Melancolía.

Frutos eterno, llanto y alegría.

Sonidos olvidados, ironía...

Perfecta nieve efímera,

tachaduras en folio blanco,

siempre sangrante herida.

Iracunda realidad,

esta es mi vida.

Aún resuena en mis oídos

su extraña melodía...

12 de diciembre de 2010

Noches Esperpénticas


Después de mezclar hasta el infinito ron y limón en una copa que cada vez se vacía antes, empiezas a perder la conciencia del peso de tu cuerpo, te elevas un poco, tienes una visión de ti como 30 centímetros más alto de lo normal.
Las palabras cobran otro significado e, incluso, se hace difícil la tarea de materializarlas.
Comienzas a andar por Madrid, con un rumbo definido al principio, pero que con el paso de los minutos se enturbia y pasa a desaparecer.
Entonces cualquier idea es buena.... La noche no parece tan larga y sólo buscas un sitio donde poder tomarte algo y resguardarte del frío de un Diciembre en Madrid que se te va colando en los huesos y en el alma.
La desesperación hace su aparición y acabas visitando, como por otra parte empieza a ser tradición, a los poetas muertos que permanecen inmóviles atrapados en sus moldes de hierro fundido o piedra.
A las 5 de la mañana te das cuenta que has pasado la noche en blanco y te arrepientes de haber salido... pero al fin y al cabo sólo ha sido una experiencia nueva.
La cama espera vacía tu regreso. No hay que posponer más el reencuentro.

11 de diciembre de 2010

No mires atrás


-Me tienes que hacer una promesa. No mires atrás. Júramelo, como Orfeo se lo juró a Hades. No mires atrás.
-Orfeo incumplió su promesa ¿Qué me pasará a mí si la incumplo?
-Orfeo perdió para siempre a Eurídice, tú sólo encontrarás dolor. Ahora no mires atrás, júralo.
-Lo juro
-Agárrate, lo que nos pase ahora puede ser peligroso. Pero no dejes de hablarme, eso nos distraerá.

10 de diciembre de 2010

Peones, alfiles, reinas y tinta roja

Cuando futuro, presente y pasado pierden sentido.
Cuando te avala la experiencia de la óptica de los años.
Las palabras entonces dejan de decirse en balde.
Se deja de esperar el milagro que no llega
y se pasa a esperar la venida de la Dama.
Se olvidan los juegos de niños
y el mus de la juventud.
Se aguarda ante un tablero de ajedrez
el movimiento del invisible contrincante Tiempo

JAQUE MATE

9 de diciembre de 2010

Caprichos creadores

Hoy me siento como Goya, no genio, no pintor, no sordo, no. Me siento creador, creador rodeado de monstruos.
He recordado esa extraña obsesión, que gracias a Dios ha vuelto, de tener demasiadas cosas en la cabeza, demasiadas cosas que escribir. Aquí entra en juego la locura transitoria a la que prefiero llamar "Caprichos creadores". Es uno de esos momentos en que lo único que deseas (como dios creador de un universo propio) es crear, crear, crear y ¡ah, sí! crear. Lo peor de todo es que el léxico se te quede corto... Pero bueno, esperemos que dure, como poco, lo suficiente como para pasar el invierno.
Bienvenidos monstruos, se abre la veda para cazaros en un papel.

1 de diciembre de 2010

Reflexiones de Julia Buendía

A veces, incluso diría con frecuencia, siento que me invade la ternura. Es como un oleaje interno que me llena de una nueva sensación, de una sensibilidad distinta. Cuando esto ocurre - continuó - todo me apena. Es entonces cuando siento dentro de mí la inutilidad de la vida. Me lleno de tristeza. No de una tristeza abstracta, se concreta, casi se materializa, por ejemplo, en un crío que veo correr por la calle y pienso: se hará mayor, será infeliz y, si va mal vestido o tiene los ojos tristes, me entristezco con él. También los animales me dan pena por la existencia que no sienten. Todo lo que está vivo me llena de una especie de llanto interior. Esa compasión es en el fondo, creo yo, compasión por mi misma. Por todo lo que quise alcanzar y sé que no tendré. Es el sentido de la muerte. Tengo miedo a que, con el paso del tiempo, esta especie de ternura compasiva acabe por ser permanente y, por lo tanto, insoportable.

Joaquin Leguina, Tu nombre envenena mis sueños