31 de octubre de 2011

No tu nombre, quiero el suyo.


Gracias. No. En serio. Es un juego privado. Te dejo que hoy me des fuego para fumar. Pero aquí se acaba todo. Tú no eres él. No quiero tu nombre, quiero el suyo. Ese es el punto. Es él quién me tiene que desvelar por las noches. Que sí, que no se da por aludido. Quizá juegue un rato más. O quizá me canse y me vuelva directa. Se acabaron los paños calientes. Es él. Es ÉL.
(Mierda, mierda, mierda)
¿Qué? Perdona, no te estaba escuchando. Alguien gritaba en mi cabeza ¿Qué? No, no te suelo hacer mucho caso. Deja de querer cosas de mí. Tú tienes los paños calientes. Conformate con eso. No quiero volverte a repetir que tú no eres, ni serás nunca, él. Por suerte y por desgracia para ti, contigo no quiero jugar a morder y hacer sangre.

30 de octubre de 2011

Madame Des Glaces

La reina del hielo extendía sus dominios bajo mi piel. Mi cuerpo era su ciudad y su reino. Controlaba las emociones, los gestos, las palabras. Exhalaba a través de mi boca su gélido aliento. Era yo una marioneta en sus manos caprichosas y calculadoras. Se adueñaba de mis miradas, interrumpía a mis sonrisas y las distraía para que no se asomasen a mi labio.

Había dejado que se apropiase de mí. Era la capitana ideal para el barco a la deriva que me tocaba manejar. Sentía admiración por ella, me sentía orgullosa de su estancia en mí. Podríamos decir que confiaba en ella hasta la adoración.

Pero dentro del palacio de hielo no todo estaba como yo pensaba. Ella era sólo otra mujer. Tenía las mismas debilidades que yo. Sus fuerzas flaqueaban y veía, día tras día, como los muros de grueso hielo se iban reduciendo y encharcando el suelo cada día un poco más. Cada vez quedaba menos hielo y cada vez había más agua alrededor. Lo contemplaba impotente y se preguntaba qué sería aquello que había hecho mal. Su carácter taimado no había cambiado en absoluto, pero sentía que dentro de aquellos hielos que le helaban la sangre había comenzado a surgir una llamita, que estaba destruyendo todo aquel perfecto equilibrio en el que siempre había vivido.

La noté extraña aquel día. Dejó que uno de esos charcos que inundaban en palacio por dentro se escapara por uno de mis ojos. Noté la lágrima cayendo por mi mejilla

-¿Qué es lo que pasa aquí?

-Perdona, se me ha escapado, no volverá a pasar.

-¿Está bien, Madame?

-Sí, no te preocupes. Estoy teniendo problemas de calor.

-¿Sofocos?

-Algo así. Descansa, voy a solucionarlo, ¿vale? No te preocupes y duérmete.

Por supuesto, me fié de ella. Y ahora la miro de soslayo, preocupada porque no pueda hacer frente a la inundación que se le puede venir encima, pero preparada para buscarle un sitio fresquito en el que pueda vivir si finalmente no consigue hacer frente al calor. Ella me cuida, yo la cuido.

Ven, métete en este copo de nieve, Madame.

No llueve. Nieva en la niebla.

26 de octubre de 2011

Apócope

Siempre he ido cayendo. Cayendo en vicios y en virtudes. Cayéndome de pedestales. Cayendo por las escaleras. Caer.

Como en ese instante en el que estás medio despierto, medio dormido y te sientes caer, pero sigues en tu cama. A mí esos momentos me hacen sonreír.

Cadere.

Síncopa de oclusiva intervocálica.

Caere.

Apócope de -e.

Caer.

Y desaparecer del mapa.

Todos odian caer. No, lo malo no es caer. Lo malo es dónde caer.

Caer en el olvido. Caer entre algodones. Hay diferencias. Caer por el precipicio. Caer y pedir la mano para levantarse. Caer al asfalto. Caer a la lona.

Cáete conmigo. Cásate conmigo. Cágala conmigo. Compra comino. Pierde la razón conmigo. Intenta seguirme el ritmo. Espérame al fondo del precipicio.

Apocópate conmigo.

¿Qué esperas? Llega, dame la mano.

23 de octubre de 2011

No me pierdas las llaves del cielo

O mejor aún. Tíralas al mar.

Vamos a jugar. Vamos a escupirnos, a insultarnos, a tirarnos los trastos a la cabeza. A gritar. A maldecir y blasfemar. Vamos a odiarnos.

Y luego… vamos a parar el tiempo. Bésame y hazme olvidar lo mucho que querría matarte en algunos momentos. Haz que olvidar todas los celos que se me cuelan debajo de la piel, todos esos reproches que te guardo en una cajita. Esos que te tiro a la cara cuando discutimos. Venga, va, hazlo por mí. Y déjame que te muerda, pero esta vez sin hacerte daño, venga, va.

Vamos a jugar, peligroso, que sabes que me gusta. Y vamos a tomar una ducha, para que parezca que llueve. Como si nos quisiéramos y todo. Y déjame atrapada entre tu pecho y una pared y que se me quite la tontería. Y que no haya nada más allá de tu boca. Y déjame que me complique la vida contigo cuando me aburra. Y que tenga que hablar de ti, y analizarte por las noches con mi Tristán.

Cánsame, quítame las ganas de jugar, de todo. Envenéname como lo hacías antes, cuélate en mis sueños. Haz que tus defectos me parezcan irresistibles. O que simplemente desaparezcan. Recítame cosas al oído, ya escritas o inventadas en el momento. Sácame partido, aprovéchate de mí. Desgástame, desgástate conmigo.


Pero, por favor, dame de una vez la vacuna de este resfriado de mierda, porque te juro que como vuelva a tener escalofríos al escuchar esa música que tanto me gusta, iré hasta tú casa y no respondo de lo que allí pueda pasar.

El día que no pueda más, voy a matarte.

22 de octubre de 2011

Me produces los mismos escalofríos que Scarlatti

Siempre he sido muy de quedarme absorta con el sonido de un piano. Me gustaba, me adormecía, me reconfortaba, me fascinaba.

De hecho mis primeros recuerdos musicales se remontan al “Para Elisa”, esa canción que era la nana que nos relajaba para que cerráramos los ojitos y descansáramos nuestras cabezas sobre el pupitre en Infantil.

Luego vinieron las sonatas. Muchas. Demasiadas como para recordar sus nombres o sus números.

Y la sonata de Luz de Luna. Esa me acompañó muchas noches.

Y sin caer en el olvido, pasaron a un segundo plano. Siempre eclipsadas por algo más. Siempre a la sombra del Concierto de Aranjuez.

Y la he encontrado. “Sonata del escalofrío directo a la médula espinal” debería llamarse. Scarlatti. Sonata in B Minor, K. 87.

Bienvenida. Gracias por llegar. Instálate aquí, en mi piel de gallina. O mejor aún, en la médula. Duerme ahí. Hazme tener escalofríos. Dame miedo. Dame angustia. Dame tu magia.


20 de octubre de 2011

Diluvio bilateral



Tan frágil como un cristal. Ese equilibrio trágico que no se sabe cuanto va a durar. Es dificil de saber cuando todo se precipitará al vacío ¿No crees?
Y ahí estás tú, al borde del precipicio, sin sabes si saltar, imaginando como sería... Creyendo que no es verdad. Y la exposición, el no encontrar un sitio donde refugiarse. O el descubrir que no importa mojarte.
Y entonces llega alguien con un paraguas. A protegerte.
-Gracias
-Tú hubieras hecho lo mismo
-Aún así. Gracias


19 de octubre de 2011

Tu amor fue como el Vicks Vaporub

Me congestionaba el pecho que no estuvieras aquí, no tenerte.
Sin ti, no podía respirar.
Entonces aparecías. Te reconocía desde lejos. Notaba tu aroma fresco. Y me abrazabas y entonces todo funcionaba mejor. Mis pulmones parecían ensancharse en tu presencia. Volvía a respirar en stereo como a ti te gustaba decir. Respirar hasta dolía. Y tenía un cosquilleo constante en el pecho.
Ves, tu presencia me hacía respirar mejor, me hacía sentir mejor. Para mí, tu amor era como el Vicks VapoRub.

(Esto es lo que pasa cuando alguien no se cree que el Vicks Vaporub sea todo amor... Pero queda demostrado que puede ser lo más romántico del mundo)

18 de octubre de 2011

Nunca llueve a gusto de todos


-Yo me construí una muralla, para protegerme ¿Entiendes lo que quiero decir? A mí me gusta la independencia y estar enganchado a alguien te deja sin ella, o la pierdes de alguna manera

-Te comprendo… pienso igual que tú en ese sentido

- Él y yo estamos en dos sintonías distintas, así que yo me construí una muralla que parecía muy fuerte, sólida. Pero como todas las murallas algún fallito tuvo que tener. Y cuando llueve, moja y cala. Así que se coló un poquito de agua... sólo un poquito y mojó ¿Me sigues aún?

-Por supuesto que te sigo (al menos eso creo) ¿Y puede ser que para ti esa gota fuera más fuerte de lo que pensabas?

-Esa gota... es molesta. Como cuando tienes una gotera. O la arreglas o dejas que se inunde el piso. Y lo malo de las goteras es que mientras no llueve no te acuerdas de ellas. Así que lo que me pasa con "este problemilla de humedades" es que, o dejo que se me inunde la casa, o la arreglo, pero no la puedo dejar ahí. Y mientras me decido por una cosa u otra, he plantado un cubo debajo. Y veo como se caen las gotitas. Hasta que el cubo se llene o la gotera se seque.

-Pero las goteras no se secan solas… se pueden ocultar, dejar que sigan, o arreglar ¿Y tú, prefieres picar el techo, cambiar la tubería y volver a sellar, o simplemente dar una capa de pintura?

-Este tiempo creo que le he dado una capa de pintura. Pero para arreglar la gotera, lo mejor es que el techo esté seco. Y ahora, el techo vuelve a estar mojado. Ha vuelto a llover. Y esta vez no he visto llegar la tormenta. Me ha pillado sin paraguas

-¿Y llueve ahora con más fuerza que antes?

- Llueve... que no es poco. Y estoy aquí con el cubo en la gotera y el chubasquero puesto. Sin saber qué cojones hacer. Nunca llueve a gusto de todos ¿no?

- Porque en el fondo sigues protegiéndote y a lo mejor es necesario que te mojes.

- Pero... ¿Y si me mojo y me cojo un constipado tonto?

-Para el constipado existen medicinas y con el tiempo todo se cura. Todos podemos ponernos enfermos, es normal

-Con esa frase me acabas de hundir, ¿lo sabes?



Llueve en el canal... Y así, siempre.

17 de octubre de 2011

Cuando no hace falta decir nada más.

No nos interrumpimos. Hablamos y soltamos lo que tenemos que soltar. Y sólo esperamos a que la otra asienta. No se necesita nada más. No hace falta nada más. Y nos entendemos jodidamente bien.
Es así y así es. Y están de más las preguntas. Las cosas salen solas, cuando tengan que salir. Después de un cocido o de indicar malamente con nuestro inglés a unos guiris cualquieras.
Y volvemos a una metáfora que empleamos siempre. Y ya está, no se necesita nada más. La procesión va por dentro.
Sólo por esos momentos, yo prefiero la horca que traicionar nada de lo que pueda salir de ahí.Y están de más algunas frases. Y las promesas, porque yo te cuento y tu me cuentas y así siempre.

Y luego, como somos unas frikis lerdas, Castle en vena. Y así siempre. Y nada más (Aunque ha quedado demostrado que me superas... ejem, friki)


She Crrrried...
Siempre Tristán, da igual cual de las dos sea. Ésta va por ti.

14 de octubre de 2011

-Hola, ¿está el surrealismo?... Que se ponga

Era la chica del barrio alto, él del sur de la ciudad...

Eso es lo que suena cada vez que alguien me llama. Miro la pantalla. Dos letras ¿Qué cojones...? ¿Lo cojo? No... bueno, venga sí que sea lo que Dios quiera.

Descuelgo con un hola.
Se presenta.
Sé quien eres.
Me dice por qué me está llamando, con lo que ha sido para estas cosas.
Se disculpa.
Yo sonrío en mi casa, porque oigo su voz dubitativa, con ese tonillo de disculpa, de estar avergonzado.
Dice que ha hecho examen de conciencia.
Le perdono.
Sigue excusándose.
Pienso en lo mucho que tendría que disculparse, pero no se lo digo.
Le escucho y sigue hablando.
Le expongo lo que pienso, no todo, porque no terminaríamos.
Dice que lo entiende, que me entiende.
Y vuelve a pedir perdón y se vuelve a excusar.
Yo no sé qué más decir, parece que él tampoco.
Nos despedimos, no sin antes planear vernos, no pronto, pero algún día, sí. Y poder hablarlo con más calma.
Colgamos.

Y así... nunca había pasado.

12 de octubre de 2011

Yo te prometo que no voy a llorar. No

A ver, ¿qué es eso de que las mujeres somos las frágiles de la relación, las que se enamoran, las que beben los vientos por el otro...?
Y las malas, siempre somos las malas. Si te enamoras, malo. Si pasas de él, peor.

¿Y quién os entiende a vosotros?

Que no me hace caso, me pongo a llorar. Que nunca será mía, me pongo a llorar. Que está con otros, me pongo a llorar.
Y yo callo, y río, y bebo, que diría Vetusta.

Que no es mi culpa, que yo no hago nada, que no. Que soy así. Que no.
Que a mí no me verás llorando apoyada en un árbol, que no, que no, que no.

Ahora me voy con mis problemas, que son los mismo que los tuyos, hombretón, pero sin lágrimas.

6 de octubre de 2011

Mamá, me toman por el pito del sereno

-Hola. Me toman por el pito del sereno, mucho gusto

Que ya lo sé, que soy una tía graciosa y esas cosas, que os reís mucho conmigo y todo lo que vosotros queráis... Pero en realidad yo soy una persona muy seria

(Soy una persona tan seria, tan seria, tan seria, que soy capaz de decir tres veces sin reírme: Tururú pajarito, tururú pajarito, tururú pajarito...)

Vale, lo mismo no comparto con vosotros mis pensamientos profundos sobre la insoportable levedad del ser y me quedo con el "Un cacahuete en una piscina ¿sigue siendo un fruto seco?", pero eso es porque prefiero una sonrisa a un ceño fruncido. Eso es egoísmo.
Aún así, he de decir que, joder, en serio, soy capaz de dejar el disfraz de humorista un rato y poner los pies en el mundo real. Eso ya deberíais saberlo.

(Repito:Soy una persona tan seria, tan seria, tan seria, que soy capaz de decir tres veces sin reírme: Tururú pajarito, tururú pajarito, tururú pajarito...)

Soy una persona seria, sé recitar teatro barroco (Eso que conste en acta, señoría) Que yo también lloro y esas cosas. Pero poco y en intimidad. Porque he decidido tomarme la vida como si esto fuera el coño de la Bernarda, y que las nubes mojan cuando llueve, pero que llueva es divertido y en los charcos se puede saltar.

Que yo leo poesía de postguerra, que soy una tía muy seria... y obras de Poncela, sí. Que el dramón está muy bien, pero el absurdo mola más.

(Soy una persona tan seria, tan seria, tan seria, que soy capaz de decir tres veces sin reírme: Tururú pajarito, tururú pajarito, tururú pajarito...)


2 de octubre de 2011

Domingo en la cama


Vamos a perder el tiempo un rato.


Lo que yo venía a decir es que los domingos son para pasarlos con la persona que te hace sonreír el lunes por la mañana y el sábado por la noche.
Esa persona a la que no le importa tenerte toda la noche durmiendo en su pecho. Aquella persona a la que sonríes al despertar y a la que dices "Buenos días" con esa voz de recién amanecido que sólo quiere remolonear unas cuantas horas más en la cama. Esa persona que te deja usar su camisa como "salto de cama". Aquella a la que no te importa hacerle el desayuno. Esa persona a la que miras ensimismado mientras hace cosas cotidianas. Aquella que soporta cualquier música sin inmutarse y soltando un "Pues no está demasiado mal" sólo porque sabe que a ti te gusta. El que te tapa con la sábana para que no cojas frío. Con esa persona se deberían pasar los domingos.
Con un libro entre las manos y los pies sobre sus piernas, sin que se queje. O viendo una peli de esas que a mí me gustan, una española. Sin que se queje.