22 de octubre de 2011

Me produces los mismos escalofríos que Scarlatti

Siempre he sido muy de quedarme absorta con el sonido de un piano. Me gustaba, me adormecía, me reconfortaba, me fascinaba.

De hecho mis primeros recuerdos musicales se remontan al “Para Elisa”, esa canción que era la nana que nos relajaba para que cerráramos los ojitos y descansáramos nuestras cabezas sobre el pupitre en Infantil.

Luego vinieron las sonatas. Muchas. Demasiadas como para recordar sus nombres o sus números.

Y la sonata de Luz de Luna. Esa me acompañó muchas noches.

Y sin caer en el olvido, pasaron a un segundo plano. Siempre eclipsadas por algo más. Siempre a la sombra del Concierto de Aranjuez.

Y la he encontrado. “Sonata del escalofrío directo a la médula espinal” debería llamarse. Scarlatti. Sonata in B Minor, K. 87.

Bienvenida. Gracias por llegar. Instálate aquí, en mi piel de gallina. O mejor aún, en la médula. Duerme ahí. Hazme tener escalofríos. Dame miedo. Dame angustia. Dame tu magia.


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