30 de octubre de 2011

Madame Des Glaces

La reina del hielo extendía sus dominios bajo mi piel. Mi cuerpo era su ciudad y su reino. Controlaba las emociones, los gestos, las palabras. Exhalaba a través de mi boca su gélido aliento. Era yo una marioneta en sus manos caprichosas y calculadoras. Se adueñaba de mis miradas, interrumpía a mis sonrisas y las distraía para que no se asomasen a mi labio.

Había dejado que se apropiase de mí. Era la capitana ideal para el barco a la deriva que me tocaba manejar. Sentía admiración por ella, me sentía orgullosa de su estancia en mí. Podríamos decir que confiaba en ella hasta la adoración.

Pero dentro del palacio de hielo no todo estaba como yo pensaba. Ella era sólo otra mujer. Tenía las mismas debilidades que yo. Sus fuerzas flaqueaban y veía, día tras día, como los muros de grueso hielo se iban reduciendo y encharcando el suelo cada día un poco más. Cada vez quedaba menos hielo y cada vez había más agua alrededor. Lo contemplaba impotente y se preguntaba qué sería aquello que había hecho mal. Su carácter taimado no había cambiado en absoluto, pero sentía que dentro de aquellos hielos que le helaban la sangre había comenzado a surgir una llamita, que estaba destruyendo todo aquel perfecto equilibrio en el que siempre había vivido.

La noté extraña aquel día. Dejó que uno de esos charcos que inundaban en palacio por dentro se escapara por uno de mis ojos. Noté la lágrima cayendo por mi mejilla

-¿Qué es lo que pasa aquí?

-Perdona, se me ha escapado, no volverá a pasar.

-¿Está bien, Madame?

-Sí, no te preocupes. Estoy teniendo problemas de calor.

-¿Sofocos?

-Algo así. Descansa, voy a solucionarlo, ¿vale? No te preocupes y duérmete.

Por supuesto, me fié de ella. Y ahora la miro de soslayo, preocupada porque no pueda hacer frente a la inundación que se le puede venir encima, pero preparada para buscarle un sitio fresquito en el que pueda vivir si finalmente no consigue hacer frente al calor. Ella me cuida, yo la cuido.

Ven, métete en este copo de nieve, Madame.

No llueve. Nieva en la niebla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario