29 de diciembre de 2011

Ven, Coy, ven


-¿Qué es lo que buscas?- dijo él.
Oyó su risa suave, muy queda, entre las sombras que le velaban la cara.
-Ya lo sabes. El Dei Gloria.
-No me refiero a eso. Ni tampoco a tesoros ni cosas así… Lo que pregunto es que buscas tú.
Aguardó la respuesta, pero no se produjo. Ella callaba, inmóvil. Al otro lado del arco, los faros de un automóvil iluminaron un trecho de la calle antes de alejarse de nuevo. El resplandor recortó un momento su perfil en la pared sombría.
-Tú sabes lo que busco - dijo por fin.
-Yo no sé nada - suspiró él.
-Sabes. Te he visto mirar mi casa. Te he visto mirarme a mí.
-No juegas limpio.
-¿Y quién lo hace?

Arturo Pérez-Reverte, La Carta Esférica

25 de diciembre de 2011

Todo puede ser.

Puede que caminemos sobre la cinta de Moebius.
Puede que estemos dando vueltas en círculos.
Puede que el destino sea caprichoso y nos haya vuelto a poner en el mismo compartimento de este tren.
Puede que Nietzsche tuviera razón y estemos sufriendo el eterno retorno.
Puede que hayamos estado mirando para otro lado todo este tiempo.
Puede que la Navidad nos reblandezca.
Puede que seamos unos completos idiotas.
Puede que...
Puede.

16 de diciembre de 2011

Esto iba a ser un cuento más...

Después de hacer el amor le notó más ausente que nunca. Hundió los dedos en su pelo y le miró, girándose en la cama para tumbarse de costado.

-¿Qué te pasa? Te noto raro.

Él se giró y la miró en silencio. No sonreía. Estaba anormalmente serio.

-Creo que tengo que decirte algo que no te va a gustar.

-¿Te acuestas con otra?

-No, no digas tonterías. Es que creo... creo... He conocido a alguien.

Ella suspiró. No podía negar que se temía algo.

-¿Me lo estás diciendo en serio, Victor?

-Sí...

-¿Y quién es ella? ¿Cómo es?

-Ella... Ella es increíble.

-Ya... entiendo.

-Venga, Ana, no me mires así... Has sido tú la que ha preguntado.

Ella se giró y miró al techo.

-Y de verdad quiero saber qué tiene ella para que te hayas enamorado así, porque tú estás enamorado, Victor, te conozco, tienes esa maldita luz en la mirada. Sigue, quiero saber lo que la hace tan increíble.

-Ella... Ella sonríe de una manera única. Empieza a brillar cuando sonríe. Deberías verlo. Es... increíble. Tiene un andar distinto al resto de la gente, un andar único, como delicado, como si flotara. Y una mirada... Mira todo como con una curiosidad distraída. Pero curiosidad al fin y al cabo.

-Parece realmente encantadora... ¿Y qué sabes de ella?

Victor sonrío antes de contestar.

-Sé que adora la literatura. Su casa está llena de libros. Están por todas partes. Sé que le emociona la música clásica aunque no lo diga. Sé que lloró como una niña viendo Up. Sé que se pregunta casi todos los días de dónde saldrán las corrientes internas del metro que la despeinan en el transbordo hasta la línea 6 en Cuatro Caminos. Sé que le gusta dormir abrazada a su almohada. Sé que se sabe el monólogo del Tenorio. Sé que odia comer judías verdes. Sé que a veces hace algunos chistes negros que no todo el mundo entiende. Sé que su taza de desayuno es roja. Sé cómo se llaman sus padres. Sé que sus galletas preferidas son las María. Sé que le gusta el cine. Sé cual es su película favorita. Sé cual es la escritora del mundo que más odia. Sé qué miedos tiene. Sé que una vez se disfrazó de pitufo. Sé de qué color es su ropa interior favorita. Sé que odia los anuncios de Spotify. Sé que cuando se levanta de la cama lo primero que hace es ponerse un jersey blanco enorme que heredó de alguno de los hombres de su familia...

Ana sonrió.

-Eres un idiota.

-¿Por qué?

-Porque me estás describiendo...

-Es que ya te he conocido y me he dado cuenta que adoro todo en ti. Adoro la manera que tienes de apartar la mirada mientras sonríes. Adoro el brillo que a veces tiene tu pelo cuando un rayo de luz de esos que se pierden en otoño decide aterrizar sobre él. Adoro cuando me miras esperando a que siga hablando. Adoro cuando te hablo y sé que te cuesta seguir escuchándome porque tienes en la mente mil pensamientos más importantes, pero aún así quieres prestar atención.

-Victor, no vuelvas a hacerme esto nunca más. Por un momento pensé que me ibas a dejar. Y me he creído morir.

-Ves, ahora tú también sabes que me adoras.

-No te equivoques, yo eso ya lo sabía.

14 de diciembre de 2011

Las cosas que te cuento cuando no me escuchas

Hoy he amanecido con una sonrisa en la cara, una diferente, porque esta no es culpa tuya.

No era tu cara, no eran tus manos, no era tu cuerpo, no eran tus labios, ni tu pelo. No eras tú. De hecho, esa persona y tú no tenéis nada que ver (No te puedes imaginar hasta qué punto es esto cierto...)
Sin embargo, sin ser tú, me hacía sentir como cuando estaba contigo. A todos efectos. Y nuestra dulzura levantaba las miradas de la gente. Les escandalizábamos ¿sabes?. Fíjate, con lo que yo he sido.

(Recuerdo haber dicho "Nos están mirando" mientras miraba sus ojos y después recuerdo haberme encogido de hombros y haber soltado un "Me da realmente igual" mientras sonreía)

No te voy a dar detalles sobre este sueño mío. No se los voy a dar ni a ti, ni a nadie, me voy a quedar con este divagar de mi mente y lo voy a guardar y a esconder como quien tiene un secreto.
Es tan dulce que quiero que sea un tesoro.

11 de diciembre de 2011

#9

No sé si tengo algo que decir ya. No sé, siento que esto de estar privada de mis palabras durante un tiempo me ha dejado sumida en un silencio del que ya no sé si quiero salir.

...

Que no, que no son tonterías. Yo lo siento así.
Palabras... hay. Pero creo que se me ha olvidado como usarlas. Como causar ese efecto mágico que te gusta. Vale, quizá eso lo siga sabiendo hacer, pero no sé, quizá no tenga fuerzas para querer hacerlo.
¿Y si ya no gritara nunca más? Sería como desaparecer. Desaparecer del mundo. Esconderme de todo.

...

Que no, no es miedo. Sabes que eso no es algo que me dé miedo. Es de las pocas cosas a las que no temo. Déjame, no sé ni siquiera si quiero hablarte.

...

Que no. Ay. No. Suéltame. Déjame.
Ay. No, no me sueltes. Agárrame fuerte. Perdona, perdona. Lo siento. Agárrame. Me caigo. Cae conmigo.
Y vamos a dejar las palabras, no hay sitio para ellas aquí. Esas sábanas las devorarían.

...

Vale, luego nos ponemos con ese tema otra vez. Venga, sujétame un poco más, que de verdad que te necesito.

7 de diciembre de 2011

Diálogos de gamusinos

-¿Cómo lo haces?
-¿El qué?
-Eso
-¿El qué?
-Lo de que te guste el gore y tu película favorita esté en verso
-Nunca me lo había planteado, la verdad
-Pues deberías... Eres un contraste en ti misma
-Sí, lo sé.
-¿Y no te preocupa eso?
-¿Y por qué iba a preocuparme? Me gusta
-Pero... es raro.
-No, es original. Y yo llevo toda la vida buscando la originalidad.
-¿Y la has encontrado?
-Claro. A veces se deja ver y me sonríe. Es encantadora
-¿Y otras veces?
-Otras veces se esconde y deja que sea alguien del montón
-Eso te debe doler.
-Sí, me duele, pero siempre vuelve a curarme.
-Envidio tu amistad con ella.
-Gracias

6 de diciembre de 2011

S.O.S.

Hubo una época en la que yo tenía claras las cosas. Lo que era blanco, lo que era negro y apenas había cosas en gris.
Entonces fue cuando vendí mi alma al diablo. Y empecé a relativizar.
¿Por qué todo tenía que ser blanco o negro?
Y vendí besos, y vendí abrazos al mejor postor.

Y dejé de hacerle caso a mis sueños, que son los que mejor me han guiado siempre.
Y ahora, que vuelvo a ellos en busca de una respuesta, los encuentro descolocados. Todo está patas arriba.
Y veo tu imagen, otras ajenas, otras que nunca habían aparecido o que habían aparecido de otras maneras. Y al despertar sólo recuerdo tu imagen, pero no el contexto.
Y me ofusco, me cabreo.
Necesito mis respuestas. NO. Necesito mi antiguo orden.

Me turban tus ojos, tu puta mirada. Pero por mis sueños, no por ti.

Evita esto, joder. Recondúceme. Hazme entender que las cosas siguen como siempre, que todo está igual y que esto es sólo una de esas dudas mías que no sirven para nada y que cuando se pasan dejan todo igual que lo encontraron. Impídeme que relativice, córtame por lo sano, por favor.
O acompañame en esta mierda hasta que salga de mi error (No, eso no te lo pido de verdad, porque los daños serían para dos y eso es una locura, nada más)

Ayúdame quedándote cerca, por Dios.

1 de diciembre de 2011

Original Sound Track

Creo que todos tenemos una melodía que nos acompaña mientras vamos creciendo. Una melodía que te coge de la mano y te acompaña toda la vida.

Una melodía de la que quizá te enamoraras gracias a tu padre, que fue quién te la descubrió. Una melodía que habla de un lugar cercano a tu ciudad. Una melodía que consiguió ponerte los pelos de punta. Una melodía que te tranquiliza. Una melodía que sonaba mientras estudiabas literatura. Una melodía que silbas. Una melodía que dejas sonar cuando lees. Una melodía que escuchas en bucle. Una melodía que nunca te cansarás de escuchar. Una melodía que has escuchado en directo. Una melodía que tocó alguien del que estás orgulloso de conocer personalmente. Una melodía que escuchaste junto aquel chico. Una melodía que hace suspirar. Una melodía que sonaba aquella vez. Una melodía cuya historia descubres y te encoge el alma. Una melodía que te hace llorar.

Una melodía, una vida.
La melodía, la vida.