16 de diciembre de 2011

Esto iba a ser un cuento más...

Después de hacer el amor le notó más ausente que nunca. Hundió los dedos en su pelo y le miró, girándose en la cama para tumbarse de costado.

-¿Qué te pasa? Te noto raro.

Él se giró y la miró en silencio. No sonreía. Estaba anormalmente serio.

-Creo que tengo que decirte algo que no te va a gustar.

-¿Te acuestas con otra?

-No, no digas tonterías. Es que creo... creo... He conocido a alguien.

Ella suspiró. No podía negar que se temía algo.

-¿Me lo estás diciendo en serio, Victor?

-Sí...

-¿Y quién es ella? ¿Cómo es?

-Ella... Ella es increíble.

-Ya... entiendo.

-Venga, Ana, no me mires así... Has sido tú la que ha preguntado.

Ella se giró y miró al techo.

-Y de verdad quiero saber qué tiene ella para que te hayas enamorado así, porque tú estás enamorado, Victor, te conozco, tienes esa maldita luz en la mirada. Sigue, quiero saber lo que la hace tan increíble.

-Ella... Ella sonríe de una manera única. Empieza a brillar cuando sonríe. Deberías verlo. Es... increíble. Tiene un andar distinto al resto de la gente, un andar único, como delicado, como si flotara. Y una mirada... Mira todo como con una curiosidad distraída. Pero curiosidad al fin y al cabo.

-Parece realmente encantadora... ¿Y qué sabes de ella?

Victor sonrío antes de contestar.

-Sé que adora la literatura. Su casa está llena de libros. Están por todas partes. Sé que le emociona la música clásica aunque no lo diga. Sé que lloró como una niña viendo Up. Sé que se pregunta casi todos los días de dónde saldrán las corrientes internas del metro que la despeinan en el transbordo hasta la línea 6 en Cuatro Caminos. Sé que le gusta dormir abrazada a su almohada. Sé que se sabe el monólogo del Tenorio. Sé que odia comer judías verdes. Sé que a veces hace algunos chistes negros que no todo el mundo entiende. Sé que su taza de desayuno es roja. Sé cómo se llaman sus padres. Sé que sus galletas preferidas son las María. Sé que le gusta el cine. Sé cual es su película favorita. Sé cual es la escritora del mundo que más odia. Sé qué miedos tiene. Sé que una vez se disfrazó de pitufo. Sé de qué color es su ropa interior favorita. Sé que odia los anuncios de Spotify. Sé que cuando se levanta de la cama lo primero que hace es ponerse un jersey blanco enorme que heredó de alguno de los hombres de su familia...

Ana sonrió.

-Eres un idiota.

-¿Por qué?

-Porque me estás describiendo...

-Es que ya te he conocido y me he dado cuenta que adoro todo en ti. Adoro la manera que tienes de apartar la mirada mientras sonríes. Adoro el brillo que a veces tiene tu pelo cuando un rayo de luz de esos que se pierden en otoño decide aterrizar sobre él. Adoro cuando me miras esperando a que siga hablando. Adoro cuando te hablo y sé que te cuesta seguir escuchándome porque tienes en la mente mil pensamientos más importantes, pero aún así quieres prestar atención.

-Victor, no vuelvas a hacerme esto nunca más. Por un momento pensé que me ibas a dejar. Y me he creído morir.

-Ves, ahora tú también sabes que me adoras.

-No te equivoques, yo eso ya lo sabía.

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