2 de mayo de 2012

#0205

Decían que el mundo acabaría con el efecto 2000, que nunca pasaríamos de cuartos, que la comida serían pastillas, que los coches iban a volar.
Decían que la tele acabaría fundiéndonos el cerebro, que íbamos a ser unos animales insensibles, que la cultura moriría, que los museos quedarían desérticos, que nunca llegaríamos a nada.
Decían que internet nos deshumanizaría, que nos haría asociales, que perderíamos el contacto.

Y aún así...
Seguimos aquí, comiendo con cuchara y viajando en autobús. Y apenas vemos la televisión, y seguimos llorando, y visitando a la familia de Carlos IV de cuando en cuando para guiñarles un ojo. 
Y seguimos siendo humanos, seguimos necesitando el roce, el contacto. Y preferimos ese contacto, agobiante y calurosos, e incluso a veces sofocante, a la soledad frente a la pantalla de un ordenador. 
Y aprovechamos la mínima ocasión para no hablar de nada y jugar, sólo jugar. A jugar como cuando no nos importaban los impuestos, las tasas, los gobiernos. Como cuando había nocilla y Disney para merendar los viernes.