1 de junio de 2013

Ni sonata, ni soneto.

Subir por tu espalda desnuda
a recitarte,
al oído,
un verso de Cernuda
o componer unos propios,
sobre la marcha y el tiempo.

Deslizar los dedos por tu pelo
y un escalofrío
bajo la manta en pleno junio.

Dejar que tus dedos me toquen
buscándome las seis cuerdas
o qué sé yo.

Que vengas aquí y duermas
a mi lado otra noche, amor.