21 de febrero de 2012

Crocce e delicia al cor

Llevo unos días barruntándome que la literatura o el arte no es más que lo que en realidad debería ser la vida.
Me refiero a que la vida, ésta que llevamos, apacible, tranquila y quizá monótona debería interrumpirse un día. Quebrarse.
Me gusta pensar que un día, así, de improviso, aparecerá esa persona que cambiará la vida que llevo de una manera radical y para siempre. Esa persona a la que dedicar un verdadero "Oye, espera... vete". Uno de corazón. 
Porque según yo lo veo, ninguna historia puede estar completa sin esa separación que parece definitiva y que casi nunca lo es.
Lo que quiero decir es que no puedo comprender que se ame (amar, como verbo, como sentimiento verdadero. Del que de verdad existe, no del que venden las grandes superficies) sin dolor, y que este dolor es sin duda algo inherente y necesario. La esencia misma del amor. Y que posiblemente todos deseemos en silencio y con vergüenza un poco de ese dolor, porque sin duda estamos hartos de leer, de ver, de escuchar, esas historias dolorosas que son las que, pasados muchos años, recordamos con cariño y calientan el pecho.
Todas estas cosas las apoyo yo, fundamentalmente, en esa obra de teatro y esa ópera que me encogen en alma. Desde el pasado me insuflan estos pensamientos y me mecen en una especie de irrealidad, a ratos melancólica, en la que me he anclado estos últimos días.
Sus letras me acompañan y me asaltan a cada momento y sus imágenes se me aparecen en sueños cuando consigo tenerlos. Se han colgado a mi espalda y conviven en perfecta armonía. Duermen en mi cama, dejándome sitio en la almohada. Se han convertido en las dos grandes obsesiones de mi vida. Una ya vieja y quizá un poco ajada. La otra, nueva y resplandeciente. 
Parece mentira, con lo que yo he sido.

Pero yo había venido aquí a hablar de eso que te vuela los sesos un buen día. Da igual, ya es de noche. Canta Violeta. El insomnio y yo nos peleamos. Se me empañan los ojos con un dolor ajeno. Si se pudieran quebrar los huesos de puro amor lo harían. Es de noche. Gana el insomnio. Addio. Es de noche.

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