11 de noviembre de 2011

El camino alternativo

Si algo he aprendido en estos casi veinte años viviendo en el planeta Tierra, es que el ser humano es garrulo por naturaleza.
Esto se constata en dos hechos de mi vida diaria:
1. Escaleras de la facultad de Geografía e Historia de la UCM. Dos escaleras. En teoría, una de subida y otra de bajada. En teoría. Pues una SIEMPRE estará vacía, y por la otra se bajará a ritmo procesión de Semana Santa. De viejas. De viejas de pueblo (que no hay cosa más lenta en este mundo) Clara muestra de garrulismo.
2. Puertas del metro de Cuatro Caminos. Dos de entrada. Dos de salida. Pues todo el mundo entrará por la puerta abierta, independientemente de la que sea. Y las demás ahí, de adorno. ¿Comodidad? NO. Garrulismo.

Y es ahora el momento, en el que tras a hacer esta crítica, yo digo que cojo el camino alternativo, como no podía ser de otra manera. Porque a veces es más rápido. Porque a veces hay que hacer un esfuerzo para no ser igual que todos los demás en esta sociedad que, parece, nos manufactura a todos exactamente iguales.

La originalidad.
La rebeldía.
La fiebre de los veinte de romper con todo.

¡AHÍVA DIOS!

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