25 de noviembre de 2011

Borrador de la película que nunca haré.

Lugar: sin importancia (No consta)
Tiempo: buen día, para ser otoño.
Espacio: Vía Láctea. Para ser concretos, algún lugar dentro de la Tierra.

Aquel perfume suyo le hacía perder el control. Pocas eran las cosas en el mundo que odiase. La fundamental era esa, perder el control. Sobre sí misma. Sobre sus emociones.
Aquel perfume suyo le estaba embotando el cerebro.
Respiró profundamente para intentar volver a ser su propia dueña.
Genial. Demasiado cerca de él. Con eso no había contado, claro. Ahora su perfume le había contaminado por completo.
Ya no le escuchaba. No podía. Era incapaz.

Miró sus labios en un loco intento de seguir la conversación, conversación a la que le había perdido el hilo hace siglos.
Segundo error consecutivo.
Deseaba aquellos labios. Los necesitaba.

Él seguía hablando. A saber de qué.
Ella estaba llegando a su punto de no retorno.
(Contrólate, joder, contrólate ¿Qué coño te pasa?)
Sólo existían sus labios que se movían articulando palabras que ella no podía escuchar
(Cállate y bésame. Vamos. Hazlo)
Y aquel olor. Ese olor que la embriagaba.

Él se calló esperando la respuesta a una pregunta que ella no había oído. Esperaba con esa sonrisa suya. Ella reaccionó.

-¿Qué, perdón?
Él sonrió un poco más, pero no le recriminó que no le estuviera escuchando.
-Que si quieres que vayamos a tomar un café. Empieza a hacer frío. Tienes la nariz roja.
Ella ni siquiera se había fijado en el frío que, efectivamente, empezaba a hacer.
-Claro (Cualquier cosa menos separarme de ti ahora)
-Genial.

Él le tendió la mano. Ella la miró sorprendida, pero se la cogió antes de que pudiera interpretar, por su cara, alguna respuesta errónea.

-Tienes las manos muy calientes.
-Y tú muy suaves - le contestó él.
-Creo que necesito que me beses. He perdido la cabeza. Mira lo que estoy dicie...

No pudo decir nada más.

-Pensé que nunca me pedirías que te besara. Mira que te piensas las cosas, cabecita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario