16 de junio de 2011

Trocitos

Tenemos nombre raros, apellidos raros o tremendamente normales. Nuestras sangres tienen mezclas exóticas. Nos mezclamos entre nosotros. Entiendo que a la gente le chocaran las relaciones que nos unen.

Lazos. No, algo un poco más fuerte, cadenas.

Nos gusta vernos amanecer, anochecer. Nos gusta beber en compañía, todos alrededor de una mesa. Nos gusta poder vernos cada día, pero, quizá un poco más, distanciar las veces que nos vemos, por aquello de que los reencuentros son más emotivos. Nos gusta besarnos. Nos gusta abrazarnos. Nos gusta esperar al sol, sentados, hablando de cualquier cosa que se nos pueda ocurrir. Nos gusta estar juntos, callados. Mirarnos. Nos gustamos.

Tenemos nuestras obsesiones. Algunas compartidas, otras no. Algunas ni siquiera son comprensibles para su dueño. Otras son perfectamente comprensibles. Otras simplemente se dejan estar, que convivan con nosotros, que nos alimenten si quieren.

Nos reunimos. A veces somos tres, a veces un millón. El número no importa.

Como en todas las familias tenemos nuestros días malos, pero son tan poco que apenas vale la pena recordarlos. Discutimos, claro. Sobre fechas, sobre lugares casi siempre. Sobre líderes espirituales. Sobre cine (mucho)

Pero todas esas pequeñas cosas hacen que sonrías, que sonrías fuerte cuando te acuerdas. Porque dentro todos tenemos trocitos; trocitos que no son nuestros, que nos hemos ido regalando a lo largo de los años. Algunos desde 1995. Algunos desde este mismo año. Lo importante es que esos trocitos son de ellos y que todos tenemos alguno en nuestro sitio más privilegiado.

Gracias por esos pedazos, pedazo de idiotas J

No hay comentarios:

Publicar un comentario