30 de junio de 2011
Summer time and the living is easy.
23 de junio de 2011
Adicciones de ayer y de hoy
21 de junio de 2011
Depende de nuestra cuna
19 de junio de 2011
Sonríe :)
16 de junio de 2011
Trocitos
Tenemos nombre raros, apellidos raros o tremendamente normales. Nuestras sangres tienen mezclas exóticas. Nos mezclamos entre nosotros. Entiendo que a la gente le chocaran las relaciones que nos unen.
Lazos. No, algo un poco más fuerte, cadenas.
Nos gusta vernos amanecer, anochecer. Nos gusta beber en compañía, todos alrededor de una mesa. Nos gusta poder vernos cada día, pero, quizá un poco más, distanciar las veces que nos vemos, por aquello de que los reencuentros son más emotivos. Nos gusta besarnos. Nos gusta abrazarnos. Nos gusta esperar al sol, sentados, hablando de cualquier cosa que se nos pueda ocurrir. Nos gusta estar juntos, callados. Mirarnos. Nos gustamos.
Tenemos nuestras obsesiones. Algunas compartidas, otras no. Algunas ni siquiera son comprensibles para su dueño. Otras son perfectamente comprensibles. Otras simplemente se dejan estar, que convivan con nosotros, que nos alimenten si quieren.
Nos reunimos. A veces somos tres, a veces un millón. El número no importa.
Como en todas las familias tenemos nuestros días malos, pero son tan poco que apenas vale la pena recordarlos. Discutimos, claro. Sobre fechas, sobre lugares casi siempre. Sobre líderes espirituales. Sobre cine (mucho)
Pero todas esas pequeñas cosas hacen que sonrías, que sonrías fuerte cuando te acuerdas. Porque dentro todos tenemos trocitos; trocitos que no son nuestros, que nos hemos ido regalando a lo largo de los años. Algunos desde 1995. Algunos desde este mismo año. Lo importante es que esos trocitos son de ellos y que todos tenemos alguno en nuestro sitio más privilegiado.
Gracias por esos pedazos, pedazo de idiotas J
9 de junio de 2011
Siempre he estado rodeada de él.
6 de junio de 2011
Eran días buenos
4 de junio de 2011
Dos palabras que envenenan
Tengo miedo.
De los exorcismos, de las arañas grandes, de los payasos, de las catástrofes, de las invasiones extraterrestres, de las marionetas, de los muñecos de porcelana, de los japoneses de las películas, de la gente que se cuela en las pesadillas, de los crujidos de la madera por la noche, del monstruo que se esconde debajo de mi cama, de viajar en el metro a las 2 de la mañana sola, de ahogarme en un vaso de agua, de tu silencio, de tus palabras.
De que acabar pensando en ti todas las noches, de no saber que siento, de la confusión que me para. De mis gustos extravagantes, de mis obsesiones, de mis neuras, de las tuyas, de mis pensamientos de amanecer, del olor de mis sábanas, de mis recuerdos, de mis sonrisas fugadas. De lo que me calló, del estrés, de los apuntes, de mis entradas, del suelo que piso, del aire que respiro, de lo que bebo, de lo que como, de lo que pienso, de lo que hago, del imbécil de tu amigo, de no llegar a puerto, de estrellar el avión. De tu nombre apareciendo y desapareciendo de mi pantalla. De no saber, de saber a ratos, de no encontrar las palabras, de perder las fuerzas, de recuperarlas de golpe. De quererte sin quererlo, de quererte sin saberlo, de no quererte, de que me quieras, de todas las variables posibles. De que no lo entiendas, de que lo malinterpretes, de que lo entiendas perfectamente.
De tu silencio. De tu silencio. De tu silencio.
De tu silencio, de tus palabras.