13 de marzo de 2011

Memoria

Jamás mi memoria servirá para llenar el hueco de un manuscrito perdido de la Edad Media. Lo sé, soy consciente de ello ¿Cómo lo va a hacer si apenas recuerda de un día para otro?
Además tengo una memoria selectiva. Puede acordarse de mis errores, de aquello que siempre me arrepentí de no hacer, o de lo que hice y acto seguido me arrepentí. Pero empieza a borrar recuerdos queridos: aquel verano en la costa, las caras de gente que no está tan cerca como quisiera, conversaciones que me hicieron sonreír o llorar...
Llorar. Otra de las facultades perdidas asociadas a mis recuerdos. Ya no me sale llorar por añoranza de los buenos momentos. Si acaso esbozo una sonrisa, esbozar, ni siquiera sonrío abiertamente. Y es que en soledad me vuelvo un ser frío, apático y asentimental, pero es que en compañía la cosa no cambia.
Por eso llegados a este punto me veo en la obligación de decir:

"Se cambia cerebro usado y quemado, por uno a estrenar con buena memoria y predisposición al estudio. A ser posible con conocimientos plenos de idiomas tales como inglés, francés y alemán."

Por pedir, que no quede.

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