10 de mayo de 2011

Mentiras, coplas y cartas de desamor.

Miento. Me gusta mentir. Es todo un ejercicio de memoria, se necesita concentración, se requiere energía para mantener los castillos que quiero mantener en el aire.
Y sí, claro que admiro a los mentirosos.
Los hay mejores, peores y pésimos. Particularmente me gustan los pésimos, son como bebés balbuceantes. No puedo evitar sonreír cuando descubro a uno, en el metro, por la calle... Sus intentos de hacer convincente su voz son realmente hilarantes.
De este último hecho saco mi principal conclusión en este tema: Hay que mentir todos los días para acabar por sonar convincente. Mentiras, pequeñas, pero mentiras.
Empieza con un "No pienso en ti nunca" o un "Bueno, tampoco es para tanto". También puedes desarrollar temas más complejo: "Yo no maldigo mi suerte porque minero nací" o "Conozco a la Zarzamora y en realidad tiene depresión, no os preocupéis tanto por ella"

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