27 de diciembre de 2012

#2712

Eres una lucecita, aún encendida.
Y yo quería soplar y apagar.
Eres un cosquilleo, casi un picorcillo en la espalda.
Y yo quería rascar y aplacar.
Eres un latir aún rápido sin razón aparente.
Y yo quería tranquilidad.

¿Acaso no te pedí que acabaras con todo? ¿Que lo mataras, enterraras y me ocultaras?
Y ahí sigue. A la vista. Todo igual. Pero todo mal, porque es distinto.
Y todas las canciones francesas hablan de ti.
Y todas las novelas llevan tu verbo que me asalta a traición.
Y todos los días el cerebro se distrae y piensa un poco en ti. Qué traidor.

La relación intenta ser normal. Joder, qué locura ¡Normal! Si nunca hemos sido normales...
Pero es lo que hay. Y mientras todo siga así, no hay más.
Que quizás bajes de la torre y me vengas a buscar.
Que quizás la piedra se reblandezca.
Que quizás vuelvas a latir. Incluso por otra. Qué más da.
Que quizás nuestro momento no exista.
Que quizás no haya existido jamás.
Que quizás todo sea en vano y no llegues a cicatrizar.
Que quizás vuelvas y lo encuentres todo igual.
Que quizás te vayas muy lejos y no haya vuelta atrás.
Que quizás un día no haya más cadenas.
Que quizás un día ya no haya un ojalá.
Que quizás cualquier día aparece alguien más.
Que quizás no haya quizás nunca jamás.

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